Generación Z: el poder de los nuevos consumidores conectados
- Héctor Kuga Carrillo
- hace 21 horas
- 2 Min. de lectura
La llamada Generación Z, formada por quienes nacieron entre 1997 y 2012, es la primera que creció completamente conectada. No conocieron un mundo sin internet, redes sociales o teléfonos inteligentes, y eso marca una diferencia profunda con los millennials (1981-1996), que vivieron la transición del mundo analógico al digital. Para los Gen Z, la tecnología no es una herramienta: es una extensión natural de su vida cotidiana.

En esta generación, la información fluye en tiempo real. Se informan desde TikTok, Twitter o YouTube, no desde los medios tradicionales. Son impacientes con los discursos vacíos y buscan autenticidad en los mensajes. Desconfían de las instituciones políticas, religiosas o empresariales que consideran poco transparentes o incoherentes con sus valores. Esa desconfianza se traduce en acción: las protestas juveniles recientes, desde Nepal hasta Perú, muestran una juventud crítica, más horizontal en su organización y menos alineada con las viejas estructuras de izquierda o derecha. En Lima, durante las marchas de octubre de 2025, muchos de los rostros jóvenes expresaban no solo indignación política, sino también una demanda por cambios reales en la forma de gobernar y de comunicar.
Como consumidores, los Gen Z son distintos. Prefieren marcas que representen causas sociales o ambientales y que sean coherentes entre lo que dicen y hacen. Valoran la diversidad, el respeto y la sostenibilidad. No buscan acumular cosas, sino experiencias; confían más en la opinión de otros usuarios que en la publicidad tradicional. Además, son creadores de contenido: no solo consumen, también producen, opinan y viralizan.
En comparación, los millennials valoran más la estabilidad laboral y las marcas que les faciliten la vida; los Gen Z, en cambio, buscan propósito, autenticidad y participación. Su relación con la tecnología es emocional y política: la usan para conectar, denunciar y transformar.
La Generación Z no solo está cambiando los hábitos de consumo, sino también las formas de protesta, de liderazgo y de comunicación. Representan un espejo crítico de las sociedades que los formaron y, al mismo tiempo, una advertencia: el futuro no se construirá con discursos vacíos ni con estructuras viejas, sino con coherencia, creatividad y sentido. En ellos, el cambio ya no es una promesa, sino una práctica diaria.
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