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El comportamiento del consumidor peruano en el boom cosmético

El sector cosmético y de higiene personal en el Perú alcanzó ventas por S/ 4.630 millones en el primer semestre de 2025, según COPECOH de la Cámara de Comercio de Lima. Más allá del crecimiento, lo relevante es lo que revelan estas cifras sobre el consumidor peruano, hoy más estratégico, racional y exigente en sus decisiones de compra.


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El sector ya representa el 1,3% del PBI y aporta el 0,8% de la recaudación fiscal, con una fuerza laboral de más de 580.000 personas. Es un mercado amplio —1.500 marcas, 6.000 sub-marcas y 300.000 SKU— que solo puede sostenerse porque existe un consumidor que sí está dispuesto a gastar. Pero gasta con lógica.


El precio promedio de S/ 19 explica buena parte del fenómeno: la belleza se ha convertido en un producto accesible dentro del presupuesto mensual. No es un lujo, es un consumo emocional-económico que el peruano incorpora para sentirse bien, proyectar seguridad o mejorar su imagen laboral.


Aunque las fragancias lideran el crecimiento porcentual, es el maquillaje el que mejor retrata este comportamiento. El consumidor peruano compra maquillaje con cálculo: busca productos que le den rendimiento, duración y adaptabilidad a los tonos de piel locales. Compara precios, revisa reseñas y prioriza la relación costo-beneficio. Un polvo compacto de S/ 20 o un labial de S/ 15 son compras estratégicas que permiten un “lujo accesible” en un contexto económico moderado.


Este nuevo consumidor también impulsa la innovación: solo en el primer semestre ingresaron 560 productos nuevos, un 25% más que en 2024. La oferta crece porque la demanda es activa, curiosa y abierta a probar, siempre que el precio sea razonable.


El boom cosmético peruano no se explica por mayor vanidad, sino por un consumidor que reorganiza su presupuesto con inteligencia. Compra belleza porque le ofrece bienestar sin comprometer su economía. El maquillaje, en particular, es la prueba de un consumo pequeño, frecuente y emocional, pero profundamente racional. En el Perú, la belleza ya es parte de la economía cotidiana.

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