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Editorial: Inteligencias múltiples en la gestión empresarial

El mundo empresarial es cada vez más competitivo y necesita múltiples competencias en el desarrollo de la gestión empresarial. Desde el entorno macroeconómico y geopolítico, hasta el factor humano, el avance de la tecnología y el reto de la inteligencia artificial, el escenario empresarial moderno exige una comprensión integral de los distintos factores que impactan a la organización.


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Un gerente o ejecutivo necesita conocer el comportamiento del precio del dólar, del oro, y cómo estos influyen en el desempeño global de su empresa. Debe interpretar las tendencias derivadas de los conflictos bélicos, de la geopolítica internacional y del impacto que todo ello genera en los productos y servicios que ofrece. Este tipo de conocimiento requiere una experiencia particular: la inteligencia global, aquella que permite comprender la interacción entre la economía, la política y los mercados internacionales.


En el escenario macroempresarial, el gerente ejecutivo —encargado de los procesos operativos— también debe desarrollar otra capacidad esencial: la inteligencia operativa. Esta se traduce en conocer las innovaciones tecnológicas y los avances en inteligencia artificial aplicables a la gestión. Implica preguntarse cómo se está innovando, cómo se integran las nuevas herramientas digitales en el desarrollo de productos y servicios, y cómo se optimiza la cadena de valor para mejorar los procesos. En esta etapa, el trabajo operativo puede ser delegado a máquinas, robots o algoritmos, con el objetivo de alcanzar mayor eficacia, eficiencia y efectividad.


Podemos mencionar también la inteligencia de marketing, que combina habilidades, destrezas y experiencia para interpretar el comportamiento del mercado y de los consumidores. Requiere entender las estrategias necesarias para sostener las ventas en tiempos de contracción económica, diseñar campañas publicitarias efectivas y utilizar adecuadamente las herramientas digitales de comunicación. Todas estas competencias conforman lo que podríamos llamar inteligencias de marketing.


Por último, pero no menos importante, encontramos la inteligencia del factor humano. En este campo, las estrategias de comunicación interna son decisivas: cómo transmitir los objetivos y metas organizacionales, cómo comunicar los valores institucionales y cómo generar sentido de pertenencia dentro de la empresa. Todo ello constituye otra forma de inteligencia múltiple, indispensable para la cohesión y el clima laboral.


Hemos mencionado, entonces, cuatro inteligencias empresariales: la global, la operativa, la de marketing y la humana. Pero el concepto de inteligencias múltiples no se limita al mundo corporativo. En 1983, el psicólogo Howard Gardner formuló su teoría en la Universidad de Harvard, sosteniendo que la inteligencia humana es un conjunto de capacidades diferenciadas que pueden desarrollarse según el entorno y la experiencia. Identificó ocho inteligencias potenciales, todas aplicables a la gestión y al liderazgo empresarial:


  • Lingüística, relacionada con la habilidad para comunicarse eficazmente de forma oral, escrita o corporal, esencial para comunicadores, políticos y conferencistas.


  • Lógico-matemática, propia de quienes analizan, calculan y resuelven problemas con precisión: ingenieros, financieros o estrategas.


  • Espacial, vinculada con la creatividad visual, la capacidad de imaginar y proyectar, fundamental para arquitectos, diseñadores o publicistas.


  • Musical, relacionada con la sensibilidad rítmica, la armonía y la escucha activa, también presente en profesiones creativas o de comunicación.


  • Kinestésica, que une mente y cuerpo, vital en deportistas, cirujanos o quienes ejecutan tareas manuales con precisión.


  • Intrapersonal, centrada en el autoconocimiento y la toma de decisiones conscientes; es la inteligencia de los emprendedores reflexivos.


  • Interpersonal, basada en la empatía y la comprensión del otro, clave en docentes, psicólogos, líderes y gestores de equipos.


  • Naturalista, enfocada en la observación del entorno y la adaptación a los recursos, muy útil en contextos sostenibles o de gestión ambiental.


Estas inteligencias, aplicadas al mundo empresarial, revelan que liderar no es solo dirigir, sino integrar conocimiento, tecnología y humanidad.


En conclusión, el mundo empresarial del siglo XXI no se sostiene solo con conocimiento técnico. Se necesitan gerentes y ejecutivos con inteligencias múltiples, capaces de integrar lo global, lo tecnológico, lo comercial y lo humano.


Desde La Social, creemos que el liderazgo del futuro no se mide por cuántos datos se dominan, sino por la capacidad de conectar inteligencias diversas para crear valor colectivo. El gerente moderno no solo debe dirigir una empresa: debe entenderla, sentirla y hacerla evolucionar.

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