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Editorial: Estado Emprendedor



El comportamiento de la actividad económica está sufriendo una desaceleración generalizada con una inflación alta registrada en varias décadas, generando un impacto en el costo de vida, una crisis generalizada en diferentes sectores productivos y provocando un endurecimiento de las condiciones financieras. Estos impactos inciden notablemente en las perspectivas de crecimiento mundial, ya que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), se pronostica un incremento del 2,7% en 2023.


Algunos indicadores, como el de la inflación mundial, aumentaron en el 2022 a un rango estimado de 6,6% en las economías avanzadas y 9,5% en las economías de mercados emergentes, y para el 2023, la proyección se estima en un 6,5%, y disminuiría hasta el 4,1% en el 2024, según el FMI. Con estas proyecciones, cada gobierno deberá mantener la estabilidad de sus políticas de precios y fiscales, y desarrollar una estrategia para aliviar las precisiones económicas sobre el costo de vida y el comportamiento de la inflación.


Los gobiernos tienen que generar estrategias que activen la oferta y demanda de la economía, especialmente debe impulsar el rol promotor del Estado. En un escenario de turbulencias económicas y políticas, el Estado debe activar los diferentes sectores productivos. Este es un país donde la mayor parte de la economía es de pequeñas y microempresas, y se estima que el 90% de la economía está concentrada en este nicho de mercado. Muchas mujeres y hombres no tienen empleo formal, y si sumamos el impacto de la pandemia, aumenta esta crisis de informalidad y falta de empleo productivo y planificado.


Dentro de este contexto, necesitamos un Estado empresario, si entendemos por empresario, aquel hombre o mujer que tenga la capacidad, el entrenamiento y tome decisiones de asumir riesgos, de hacer empresa, sacar sus productos y servicios en un mercado turbulento como el actual. Necesitamos que los líderes empresariales de los diferentes sectores productivos, de las grandes empresas y las pymes, pongan sus mejores talentos y salgan al mercado, que potencien sus estrategias, y los informales se deberán adecuar a las estrategias de formalización.


Pero para el nicho de mercado de los informales, los que no son sujetos de créditos y cualificación crediticia, el Estado necesita desarrollar estrategias. Para aquellos calatos que no tienen nada, y que por mucha actitud que tengan no podrán generar emprendimientos son un apoyo del Estado, solo tendrán una alternativa: delinquir para sobrevivir.


Luego de este diagnóstico ¿que podría hacer el Estado? Crear una estrategia de desarrollo emprendedor, para activar la oferta y la demanda en cuatro ejes estratégicos. Una estrategia de Estado emprendedor, a nivel de todos los poderes del Estado, centrado en el poder ejecutivo, fortaleciendo la cadena de valor de los sectores productivos. Una estrategia de Gobierno Regional emprendedor, de desarrollo en todas las regiones del país.


Una estrategia de Gobierno local emprendedor, para desarrollar a nivel local, y una estrategia de educación emprendedora a todos los niveles de la educación. El Estado es un facilitador de los diferentes sectores productivos de un país, generando ingresos, divisas y bienestar para su población, en la medida que se brinden las condiciones para generar y emprender mercado. Si el Estado gestiona esta articulación se conocerá los beneficios de desarrollar una estrategia de Estado emprendedor.

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