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La Economía Peruana: Un barco a la deriva que busca un puerto urgente

Por Héctor Kuga Carrillo |


En la macroeconomía, como llaman los economistas al funcionamiento global de la economía, se prevee que Perú se mantendría estable, con referencia a la deuda pública y el Producto Bruto Interno (PBI) con reservas internacionales y un Banco Central confiable.


En el contexto internacional, de acuerdo al Banco Mundial, se estima una proyección de crecimiento del orden del 3% para el año 2023 y por su parte el Fondo Monetario Internacional estima el crecimiento en solo un 2.6%. La economía peruana crecería ligeramente por debajo de ese ratio, y ha sido recientemente calificada por Moody’s de una perspectiva estable a negativa.


En la macroeconomía, la demanda interna se desaceleraría en un contexto de escasa confianza de los empresarios nacionales e internacionales por el impacto negativo de estas calificadoras de riesgo.

El descontento ciudadano del país, generado por el embalse de la falta de atención del Estado a las necesidades, principalmente del interior del país, ha generado un fuerte impacto en la caída de sus ventas, que van desde el 40% al 70%, de acuerdo a representantes de gremios y pequeñas y medianas empresas de Mesa Redonda y Gamarra, principalmente.


En general, existe un fuerte impacto negativo en la macroeconomía por la expectativa del proyecto minero Quellaveco, que habría generado una inversión de 5,5 millones de dólares. Y existe preocupación de los gremios empresariales por los intentos de legislar contra la tercerización, que les generarían sobrecostos laborales.


Si sumamos todos estos factores, existe preocupación en el sector financiero y microfinanciero de que la campaña escolar 2023 se caiga debido a las manifestaciones y protestas en el país.


En la medida que no se solucione esta crisis, se irá agudiazando el riesgo reputacional a nivel país, y seguirán bajando negativamente las calificaciones de riesgo.


El desafío del sector político, público y privado serán determinantes para activar lo más pronto posible la economía. Como Estado, el Ejecutivo y Legislativo deben tomar decisiones por encima de apetitos personales.


Por ello, planteamos que la economía peruana es un barco a la deriva que busca un puerto urgente.


Que los vientos soplen por un buen rumbo y que no perdamos la brújula que nos guía para cumplir las pautas de crecimiento previstas para este año.

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