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Gerenciar empresas como los gansos

Por Héctor Kuga Carrillo


A veces las mejores lecciones de liderazgo no están en los libros de management, sino en la naturaleza. Si observamos con atención a los gansos, esas aves que surcan el cielo en formación perfecta, encontraremos un modelo de liderazgo y trabajo en equipo más efectivo que muchas teorías empresariales. Los gansos vuelan juntos, comparten un mismo objetivo y una misma dirección. Cada movimiento está basado en la cooperación, la confianza y el propósito común: llegar más lejos, juntos.


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Cuando los gansos migran, lo hacen en forma de “V”. Este diseño aerodinámico les permite ahorrar energía y avanzar hasta un 70 % más que si volaran solos. Esa es la primera gran lección: cuando trabajamos en equipo, el esfuerzo individual se multiplica. En una empresa, los resultados llegan más rápido cuando todos avanzan coordinados, apoyando la misión colectiva. No basta con ser talentoso, hay que volar en la misma dirección.


Otra enseñanza valiosa es que los gansos rotan el liderazgo. El que va al frente, enfrentando el viento, se cansa y pasa atrás para recuperarse mientras otro asume el rol. Así, el liderazgo se comparte, se renueva y se fortalece. En el mundo empresarial, esto equivale a formar líderes capaces de tomar decisiones, asumir responsabilidades y también saber cuándo ceder el paso. Un líder sabio no teme compartir el protagonismo, porque entiende que el éxito del grupo depende de la capacidad de todos para liderar en distintos momentos.


Los gansos, además, se comunican constantemente. Sus graznidos, aunque ruidosos, son una forma de aliento: sirven para mantener la cohesión y recordar el propósito. Un equipo empresarial también necesita esa comunicación constante, sincera y motivadora. El reconocimiento y la retroalimentación son combustibles del compromiso.


En la llamada “fauna empresarial”, hay líderes de todo tipo: los “leones” que imponen, los “zorros” que manipulan, las “avestruz” que esconden la cabeza ante los problemas… y los “gansos”, que inspiran cooperación, empatía y resiliencia. De todos ellos, quizá el liderazgo de los gansos sea el más necesario hoy: un liderazgo compartido, generoso y orientado al bien común.


Hay otra lección de humanidad: cuando un ganso enferma o cae, dos de sus compañeros lo acompañan hasta que se recupere o muera. No lo abandonan. Esta conducta solidaria revela el valor del compañerismo y la empatía, cualidades esenciales en las organizaciones que buscan construir cultura y confianza. Ningún colaborador debería sentirse solo o desechable; un equipo que se cuida, crece.


Por último, los gansos son persistentes y leales a su propósito. No se distraen, no cambian de rumbo sin razón. Siguen su ruta migratoria con disciplina y determinación. Esa claridad de rumbo es lo que muchos líderes humanos pierden en medio del ruido del mercado.


El mundo necesita más líderes ganso: firmes en sus valores, comprometidos con su gente y conscientes de que liderar no es mandar, sino acompañar el vuelo colectivo. Si miramos hacia el cielo con atención, descubriremos que los gansos no solo vuelan: enseñan a liderar.

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