El copoazú: superalimento amazónico que impulsa a pequeños productores peruanos
- Héctor Kuga Carrillo
- 28 ago
- 2 Min. de lectura
El copoazú, conocido comercialmente como cacao blanco, es un fruto amazónico emparentado con el cacao que viene ganando espacio en el Perú. Su pulpa cremosa, con un ligero sabor a guanábana, y sus semillas con potencial para elaborar chocolate lo convierten en un alimento atractivo tanto en el mercado interno como en el internacional.

Aunque todavía es poco conocido en el país, el copoazú ya despierta interés en el extranjero. Estados Unidos lo importa principalmente de Brasil, y según Sierra y Selva Exportadora, la demanda también es alta en Países Bajos, Bélgica, Canadá e Italia. En el Perú, crece de manera silvestre en Madre de Dios y Ucayali, donde algunos agricultores lo cultivan como alternativa sostenible frente a la hoja de coca y la minería ilegal.
El árbol de copoazú (Theobroma grandiflorum) puede alcanzar hasta 18 metros de altura y dar frutos de entre 1 y 4 kilos. Su pulpa blanca es la parte más valorada, mientras que sus semillas concentran aceites y proteínas de gran utilidad. Desde el punto de vista nutricional, este fruto es considerado un superalimento. Aporta vitamina C, calcio, fósforo, potasio, fibra y antioxidantes como flavonoides y polifenoles. Estos compuestos fortalecen el sistema inmunológico, mejoran la digestión, regulan el azúcar en la sangre, protegen la piel y favorecen la salud cardiovascular. Además, de sus semillas se obtiene una manteca vegetal muy apreciada en la industria cosmética por su capacidad para hidratar y reparar la piel.
Los pequeños agricultores amazónicos ya están innovando con el copoazú. De la pulpa elaboran jugos, néctares, helados y yogures, mientras que de las semillas producen cupulate, un derivado parecido al chocolate, pero sin cafeína y más resistente al calor. En ferias y mercados regionales, este fruto empieza a ganar reconocimiento como parte de una dieta saludable.
Un ejemplo es Edgar, joven productor amazónico que ha convertido este fruto en la base de sus emprendimientos. Con la pulpa prepara néctares naturales endulzados con stevia, libres de preservantes, que destacan por su alto contenido de vitamina C y su aporte al sistema inmunológico. También produce helados artesanales de copoazú, muy demandados en ferias locales por su sabor refrescante, y ha comenzado a experimentar con la elaboración de yogures y postres saludables. Con las semillas, Edgar desarrolla manteca vegetal y cupulate, que busca posicionar como alternativa al chocolate en mercados especializados.

Su propuesta ha tenido buena acogida en ferias saludables y gastronómicas, donde el copoazú empieza a ganar reconocimiento como parte de una dieta variada y sostenible. Para Edgar, este fruto no solo es un negocio, sino una oportunidad para dar valor a los productos de la Amazonía y abrir caminos hacia mercados internacionales.
Con el respaldo de programas como Procompite, que financian infraestructura para conservar y comercializar el fruto, y la instauración del Día Nacional del Cultivo del Copoazú cada 29 de julio, el cacao blanco se perfila como un nuevo emblema de la Amazonía peruana, capaz de generar ingresos sostenibles, conservar los bosques y abrir mercados internacionales.






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