Por Héctor Kuga Carrillo|
A lo largo de la historia de la Tierra, la presencia de los dinosaurios ha quedado marcada por la huella indeleble de sus restos fósiles que se exhiben en museos de todo el mundo. Asimismo, la persistencia de los combustibles fósiles en la industria actual actúa como un recordatorio constante de la existencia de estas criaturas antiguas. A pesar de estos claros indicios de su existencia, sigue siendo un misterio el motivo de su extinción.

Las teorías que intentan explicar el destino de los dinosaurios son variadas, pero lo que está claro es que, a pesar de su impresionante tamaño, cuidan de la capacidad para adaptarse a los cambios en su entorno. Su intelecto limitado y la falta de estrategias de supervivencia contribuyeron en gran medida a su desaparición. Paradójicamente, una situación similar parece estar desarrollándose en algunos estados de la región, entre ellos Perú.
Este país, dotado de una abundancia de recursos naturales en su costa, sierra y selva, lamentablemente carece de una capacidad de gestión estatal eficiente. La ausencia de un liderazgo sólido ha dejado al gobierno en un estado a la deriva, similar a un piloto automático que se desploma. Ante este panorama desafiante, ¿qué opciones tienen los peruanos en medio de una economía contraída debido a una recesión y una creciente desconfianza en el gobierno y el Estado? La única opción es adoptar un enfoque proactivo y pensar que vendrán tiempos mejores. Debemos elegir cuidadosamente a nuestros líderes políticos para asegurar un buen gobierno y prosperidad.
Con el cierre del año a la vuelta de la esquina, los proyectos económicos en curso no cumplen con las expectativas de crecimiento proyectadas, lo que plantea preocupaciones sobre las proyecciones económicas de la región latinoamericana para el 2024. En este contexto, sería recomendable que el Perú mantenga una proyección similar a la del 2023, lo que implica la activación de los agentes económicos, el restablecimiento de la confianza en el Estado y el gobierno, así como un mayor impulso a los proyectos de desarrollo e inversión privada. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha formulado, al menos de manera pública, una política estatal clara para impulsar el crecimiento de las pequeñas y microempresas, que constituyen el motor vital de la economía.
Es crucial establecer medidas concretas que estimulen la oferta y la demanda, generando un entorno favorable para los emprendedores y comerciantes. El éxito de la economía peruana depende en gran medida de la articulación de estrategias que benefician a este sector fundamental. Con el compromiso colectivo de promover una gestión efectiva y el respaldo de políticas que fomentan la innovación y el desarrollo empresarial, esperemos que nuestro Perú pueda trazar una ruta sostenible hacia un futuro próspero y estable.