Por: Héctor Kuga C.
Comúnmente se tiene la consigna que adquirir un seguro, sólo representa un gasto con beneficios a largo plazo y que los productos ofrecidos están diseñados para personas con altos niveles de ingreso, pero la realidad es que un seguro debe ser visto como una inversión realizada para enfrentar riesgos potenciales (accidentes de tránsito, incendios, terremotos, entre otros).
Debemos dejar de subestimar la probabilidad de que nos suceda algún evento nefasto que si no estamos preparados pueden acarrear gastos incalculables y que además deben ser enfrentados inmediatamente. Por estos motivos, es que surgen los microseguros como mecanismo para proteger a las personas de bajos recursos contra el riesgo a cambio de pagos establecidos acorde a sus necesidades, ingreso y nivel de riesgo, son productos de fácil y rápida afiliación.
Están dirigidos principalmente a trabajadores de bajos ingresos económicos, especialmente aquellos de la economía informal que tienden a estar subatendidos por esquemas de seguro social.
Ante un imprevisto o una crisis, los beneficios de los microseguros van más allá de la ayuda financiera, puesto que reducen el riesgo, estimulan la productividad y la acumulación de activos y otorgan beneficios tangibles.
A nivel mundial, el sector solidario representado por las organizaciones cooperativas ha demostrado eficiencia en los canales de comercialización para microseguros teniendo crecimiento y un desarrollo muy importante.
En América Latina tenemos varios países que operan microseguros con mucho éxito. En el caso de Perú, la Central Cooperativa de Servicios SERVIPERÚ tiene una larga trayectoria exitosa en el desarrollo de este producto microfinanciero basado en la comunidad y el sector cooperativo.
Considerando la larga experiencia exitosa de estas organizaciones, sería importante adecuarlas a la legislación cooperativa de Perú, como funciona en otros países.
Comentarios