Cuando las empresas y las personas consumen menos, hablamos de una contracción económica. En términos económicos, nos encontramos en una recesión cuando la economía cae por dos trimestres consecutivos. Esto significa que el consumo interno se reduce, el mercado demanda menos, y al haber menor consumo, la producción de bienes y servicios también disminuye. Esto impacta en la reducción de costos de las empresas grandes y pequeñas, lo que genera recortes en el personal, mayor desempleo y menores ventas.
Muchos nos preguntamos: ¿por qué se produce una recesión? La respuesta está en las expectativas, una de las variables que condiciona el comportamiento económico, tanto en el presente como a corto plazo. El mercado no solo evalúa el comportamiento del Producto Bruto Interno (PBI), sino también la capacidad de gobernanza de los poderes del Estado. ¿El gobierno debe tener la fortaleza suficiente para superar una crisis global? ¿El estado tiene la capacidad de gestión y liderazgo para garantizar la inversión en las diferentes regiones y reactivar los megaproyectos? Estos factores impactan en el tipo de cambio, la tasa de interés y el contexto político, elementos claves para activar la economía y generar confianza.
La recesión, impulsada por expectativas negativas, genera desconfianza en los mercados, especialmente en emprendedores y pequeñas empresas, que constituyen la mayor parte del mercado consumidor. Los emprendedores se preguntan cuánto más podrán soportar las bajas ventas antes de alcanzar su punto de equilibrio o, en su defecto, si deben salir del mercado si no perciben mejoras en el corto plazo.
Si un emprendedor está pensando en poner en práctica un plan de negocios, lo primero que hace es evaluar el comportamiento del mercado. ¿Es este el mejor momento para emprender? A ello se suman factores como la inseguridad ciudadana y el cobro de cupos, que también influyen en la decisión de continuar o no con un negocio. La mayor actividad económica de las empresas, grandes o pequeñas, incrementa los ingresos por IGV y el PBI.
En otro contexto, la recesión provoca desempleo y una disminución del consumo, lo que lleva a la sustitución de productos y servicios, al cambio de marcas, o a consumir menos porque el dinero no alcanza. Esto es consecuencia directa de la recesión.
Otra pregunta que seguramente nos hacemos es: ¿qué podemos hacer para cambiar estas expectativas negativas, revertir la recesión y combatir la pobreza? No debemos perder la fe en que vendrán tiempos mejores. Con o sin recesión, la economía debe continuar. Es importante mantener la calma, priorizar ciertos proyectos y monitorear constantemente el comportamiento de las expectativas y el mercado.
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