Por Aitana Gómez de la Flor|
En las últimas décadas hemos sido testigos del rápido declive de nuestro entorno y los cambios radicales en el medio ambiente. Es el resultado del crecimiento dependiente de energías no renovables, del desmesurado consumo humano y de la contaminación ambiental de las grandes empresas, lo cual nos ha llevado a lo que hoy en día se conoce como la crisis climática.
Pero no todo está perdido, pues existen muchos esfuerzos por revertir y cambiar la situación de manera que dejemos un mejor planeta para las futuras generaciones, uno de ellos es la economía circular.
Se entiende por economía circular el proceso por el cual los deshechos no reciclables de un proceso productivo se utilizan para crear un nuevo producto, esto se traduce en una reducción notable de los residuos, ayudando al medio ambiente y a la vida útil de los objetos o la energía.
En la naturaleza no existe el concepto de basura, nada se desperdicia ni sobra, todos los recursos son utilizados en diferentes momentos por algún organismo. Este concepto sirve como inspiración a la economía circular, que se basa en cuatro pilares: innovar, renovar, reutilizar y reciclar. Durante los últimos años se ha considerado el futuro de la economía, al ser ecoamigable, rentable, pero, sobre todo como una alternativa para los países en vías de desarrollo para crecer fuera de la lógica extractivista.
Es por eso que en el Perú ya empiezan a haber esfuerzos por parte del Ministerio de la Producción, con ayuda de la Unión Europea y el Reino de los Países Bajos, para aplicar estos principios y generar alternativas económicas basadas en la economía circular.
Recientemente, el Alto Representante de la Unión Europea Josep Borrell firmó un acuerdo con el Canciller peruano César Landa Arroyo con una dotación de 14 millones de euros para apoyar la transición ecológica y la aplicación de la economía circular en el Perú, reforzando así las relaciones bilaterales entre ambas comunidades.
Entre las organizaciones que están ayudando a esta implementación está la Asociación Solidaridad Países Emergentes (Aspem), de origen italiano, que se encuentra trabajando en el proyecto “La Victoria y El Agustino: Alianzas para una Economía Circular”.
Este proyecto se basa principalmente en los mercados de abastos y el emporio textil de Gamarra, generando no solo acciones para mitigar el alto volumen de residuos, sino también como una fuente extra de ingresos a las empresas pequeñas y medianas de comerciantes en estos dos distritos.
Por ejemplo, se han dado propuestas como la reutilización de alimentos de los mercados de abastos para el acopio de las ollas comunes, tan necesarias durante la crisis del COVID-19, o el reciclaje de telas, hilos y plásticos del emporio textil de Gamarra, para reutilizar en eco moda.
Este proyecto también integrará a la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) y las Municipalidades de La Victoria y El Agustino, ya que estas también se ven tremendamente beneficiadas pro la economía circular.
Dado que las municipalidades ahorrarían dinero al disminuir el volumen de residuos que tienen que transportar los camiones de basura, y a su vez los mercados y los pequeños empresarios textiles pueden ofrecer sus residuos directamente a asociaciones de recicladores, para que ellos puedan vender directamente a grandes empresas asociadas al SNI.
En una sociedad que cada día está más concienciada sobre la crisis climática y una juventud que exige cambios reales por parte de las empresas respecto al cuidado del medio ambiente y el futuro del planeta, es importante que los empresarios, tanto grandes como pequeños, empiecen a adoptar medidas para hacer la transición de una economía lineal a una circular en aras de defender la biodiversidad y luchar contra el cambio climático.
Es por eso que la economía circular se perfila como el futuro, tanto del planeta como del desarrollo económico, y presenta un balance real entre el crecimiento de un país en desarrollo y el cuidado del entorno. por el bien común.
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