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Educación Cooperativa: “La regla de Oro” para el desarrollo socioeconómico global

El cooperativismo, como modelo económico-social global, ha desempeñado un papel significativo en el impulso de economías alrededor del mundo. La experiencia ejemplar de educación cooperativa se destaca en la Cooperativa Mondragón de España, cuyo enfoque educativo ha sido fundamental para su éxito. Mondragón, proclamando ser un movimiento educativo que utiliza la economía para crecer, ha logrado crear el grupo cooperativo más grande del mundo. En América, República Dominicana y Costa Rica lideran la experiencia de educación cooperativa, incorporando el cooperativismo en su sistema educativo. Esto no solo forma a la juventud en valores humanos fundamentales, sino que también promueve una cultura emprendedora cooperativa en diversas iniciativas.

El modelo cooperativo ha ganado reconocimiento mundial, reconocido por Las Naciones Unidas. Las cooperativas, esenciales en las economías globales, trascienden la búsqueda de lucro para abrazar la solidaridad y la ayuda mutua. Sin embargo, la fragilidad de la educación cooperativa en algunos países, como Perú, presenta desafíos. La tentación de adoptar prácticas financieras a expensas de los principios cooperativos puede comprometer la identidad de estas organizaciones. El cooperativismo se basa en una economía solidaria, distinta al socialismo, redistribuyendo el excedente a favor de toda la sociedad. En contraste, la economía capitalista se centra en el beneficio individual, sacrificando la igualdad y la inclusión. La economía solidaria prioriza la calidad de vida y el desarrollo personal y colectivo.


Se destaca por la cooperación, la inclusión y el compromiso ambiental. En cambio, la economía capitalista, orientada por el individualismo y la competencia, tiende a generar desigualdades y excluir a quienes no se adaptan a su dinámica. El beneficio social, no financiero, es el objetivo de la economía solidaria. En contraste, la economía capitalista busca principalmente ganancias financieras y crecimiento sin considerar necesariamente el impacto social. Comparando ambos modelos, la economía solidaria promueve la democracia, la igualdad, el compromiso ambiental y social, la calidad laboral y profesional. Su enfoque en el colectivismo busca equilibrar la individualidad con la cooperación.


Una estrategia exitosa es el emprendimiento de las cooperativas escolares, como la experiencia dominicana, son ejemplos de cómo el cooperativismo contribuye a la formación de valores desde temprana edad. Estas promueven la democracia participativa, la cultura de paz y la autogestión, fomentando el desarrollo de liderazgo y el hábito del ahorro. La educación cooperativa aquella de denominamos como “La regla de oro del modelo cooperativo”, no solo impulsa el desarrollo económico sino también la formación de seres con principios y valores sólidos y la promoción del bien común.


La implementación de la identidad cooperativa y principios cooperativos en la educación y la sociedad es crucial para el desarrollo de una economía social más inclusiva que genere beneficios a sus socios y su comunidad.

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